Imagine que alguien llama a su teléfono móvil. Es un familiar preguntando “¿Estás bien?, es que me llegó un mensaje desde tu número diciendo que necesitas un depósito urgente y mejor te marco para verificar”. Entonces usted cuelga la llamada para revisar sus chats y no es uno, sino muchos los mensajes similares enviados a contactos cercanos. En todos se dice lo mismo y ya hay dos personas que, preocupadas, realizaron el depósito a la cuenta bancaria dada por el atacante.
En este ejemplo, una persona pudo tomar el control de la cuenta de chat, revisar los historiales disponibles y seleccionar a los contactos más cercanos para pedirles dinero. Este tipo de ciberataques son frecuentes hoy en día y uno de sus objetivos son las personas adultas mayores. Un ciberataque tiene como su principal componente el de la ingeniería social. Entendemos por ingeniería social a la inteligencia y malas intenciones de las personas, la habilidad sin escrúpulos para diseñar y ejecutar un ataque preciso, escogiendo las palabras adecuadas, averiguando la información necesaria y escogiendo el momento para desencadenar la estafa.
El interés por afectar a las personas adultas mayores es estrictamente económico. Ellas pueden contar con ahorros, pensiones, apoyos gubernamentales, créditos, etc. A través de internet administran todos estos recursos y los atacantes han dedicado especial atención para diseñar estafas a la medida, lamentablemente efectivas. Los servicios de internet por su parte, suelen ser sumamente relajados con la seguridad, o muy complicados para administrarse.
Recordar contraseña, desbloquear dispositivo con tu rostro, usar patrón sencillo para desbloqueo, etc. Todas son funciones comunes en los servicios digitales y aumentan el riesgo de las personas en caso de ciberataques. Las mega corporaciones tecnológicas venden la ilusión de seguridad a cambio de nuestra confianza ciega y acceso ilimitado a información personal. Pero en casos de emergencia es cuando las personas descubren que las funciones enumeradas previamente, aumentan el daño y dificultan las medidas que se pueden tomar. Si todo está conectado, basta con entrar a uno solo de estos recursos para tener acceso a todos los demás.
Cuando hablamos de cosas más complicadas, las aplicaciones bancarias, por mencionar un ejemplo, nos exigen el uso de distintas contraseñas y dispositivos o aplicaciones de verificación. Debe ser así, pues de lo contrario serían mucho más numerosos los robos por medios electrónicos. El conflicto está en que estos servicios deben ser utilizados por la misma población que en general, tiene dificultades para manejar contraseñas seguras, que almacena datos sensibles en chats sin el debido cuidado y que tiene muchas dudas para el manejo de su vida en internet. En México, el 62.7% de los ciberdelitos cometidos contra adultos mayores estuvo relacionado con fraudes o robos a cuentas bancarias. Esto según un reporte de la Guardia Nacional publicado en 2022.
Estos delitos se pueden denunciar ante la Policía Cibernética, sin embargo, hay pocas expectativas de dar con los responsables y prácticamente nulas de obtener una reparación del daño. Es decir, si te roban, es poco probable que vuelvas a ver tu dinero. No es imposible y siempre hay que agotar las instancias, pero lamentablemente ni los bancos ni las autoridades mexicanas han hecho lo suficiente por perseguir los delitos cibernéticos. Sus esfuerzos se han enfocado principalmente en la prevención, algo que es muy importante, pero que no basta para quienes ya han sido víctimas.
Frente a todo esto, ¿qué podemos hacer? La seguridad informática es un proceso continuo, progresivo, colectivo y permanente. Conociendo estas bases, es indispensable la formación y práctica cotidiana para el mejor manejo de las herramientas digitales sin importar la edad. Más aún, las nuevas y anteriores generaciones deben mantener un intercambio constante de experiencias o aprendizajes en el uso de la tecnología. Nadie está exento de ser víctima de un ciberataque, ya sea dirigido o masivo. Existen muchas organizaciones, materiales y cursos en internet para aumentar nuestras capacidades en seguridad digital. En el Instituto Galatea, hemos incorporado el tema de la seguridad como eje transversal en todas las capacitaciones y particularmente, en este 2024 lanzamos un curso especial y personalizado para adultos mayores.
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