El complejo (pero tampoco tanto) fenómeno del Derecho

Imagen: Dominio público

Por Fernando Hernández / Instituto Galatea

Es común escuchar e incluso pensar directamente que las leyes “no funcionan”. A lo largo de la vida acumulamos una serie de malas experiencias que nos hacen crecer y vivir con reservas o franca animadversión contra cualquier institución y legislación. Más aún, cotidianamente en medios de comunicación o en la mesa de nuestra casa mientras cenamos, no faltará la frase “los derechos humanos son solamente para los delincuentes”.

No es mi intención defender a ningún gobierno alrededor del mundo, solo quisiera añadir matices, una escala de grises y áreas de oportunidad para que como personas, podamos tomar a las leyes como un instrumento a nuestro favor. Las leyes no son un aparato que sirve o no sirve, sino un complejo fenómeno humano y por lo mismo, está en constante cambio.

Hace ya 10 años, un excelente abogado me comentó que la utilidad de la “herramienta jurídica”, como se refirió el al Derecho, puede ser muy grande pero que por supuesto tendrá un límite. Ese límite es justamente la mala actuación de las autoridades, ya sea por corrupción, falta de capacitación o cualquier otra razón. Cuando llegas a ese límite debes echar mano de otras herramientas como la política, la pedagogía, la comunicación y todo lo que pueda resultarnos útil. ¿Pero en todos los casos nos encontraremos con este límite de corrupción que nos impedirá desarrollarnos plenamente?

Como personas, conocer las leyes nos brinda de antemano parámetros para comportarnos en la sociedad. El Artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es justamente, el que pone un piso parejo estableciendo la dignidad que merecemos todas las personas y la protección que podemos exigir en cualquier situación que lo amerite, tanto a las autoridades de cualquier nivel, a otras personas, empresas, etc. Yo mismo, como persona, debo respetar la dignidad de las demás independientemente de mis creencias, el origen, nivel educativo, económico, etc. Si yo paso por encima de la dignidad ajena, ¿tiene la culpa lo que llamamos Estado o algún nivel de gobierno? (1), y más allá de las leyes escritas, ¿cuentan los gobiernos con la capacidad suficiente para monitorearnos y regular cada actividad que realicemos? Ojalá que no.

¿Entonces la responsabilidad recae por completo en la ciudadanía? no por completo, pero si en una parte importante. El conocimiento de las leyes nos permite vislumbrar ese límite en las responsabilidades propias y ajenas. Por ejemplo, una autoridad solo puede realizar las acciones que explícitamente le autoriza el conjunto de leyes, en cambio las personas podemos hacer lo que queramos siempre y cuando no esté considerado como un delito o similar.

Por eso es tan importante que desde jóvenes, conozcamos y tengamos un entendimiento crítico del fenómeno del Derecho. De lo contrario, estaremos desaprovechando un recurso valioso que necesitamos para cualquier actividad que queramos desempeñar. Entendamos que el sistema no es perfecto, que por supuesto se halla en crisis, pero que al mismo tiempo el conjunto de leyes sí nos ofrecen una guía para la mejor convivencia. También debemos entender que hay casos donde mis derechos se topan de frente contra los de otras personas. A esto se le llama colisión de derechos. Las leyes, códigos, reglamentos, etc, nos proporcionan reglas, más o menos claras, para la resolución de este tipo de conflictos.

Pero el Derecho no es un fenómeno exacto. Hay Códigos y Reglamentos que son francamente inentendibles a la primer lectura, hayas o no estudiado Derecho. Pero la Constitución Mexicana debería ser un libro de cabecera porque es una suerte de índice de otras leyes y códigos que podemos consultar. No pretendo faltarle el respeto a nuestra Carta Magna al reducirla a un índice, sino que quiero aterrizar su utilidad para las personas de a pie.

Podemos tener tal o cual opinión frente a los acontecimientos cotidianos, pero las leyes son obligatorias, sobre todo para las autoridades. Es decir, no tengo que convencer a una autoridad de que cumpla la ley, sino recordarle en dado caso que está obligada. Por otro lado, desconocer una ley no me perdona la obligación de cumplirla.

Las leyes no son perfectas, pues representan el reflejo de un tiempo, coyunturas políticas, la fortaleza de las instituciones y hasta intereses privados específicos. Sin embargo, hoy contamos con muchas leyes mejoradas que ponen en el centro de todo a los Derechos Humanos. Esto se ha conseguido con mucho esfuerzo después de varias generaciones que entregaron su vida imaginando un mundo mejor. Conociendo las leyes, podemos ser parte de este esfuerzo. Y si no nos gustan, también consideremos la posibilidad de cambiarlas.


1.- El Estado es responsable por acción y por omisión en el caso de que no cumpla con sus funciones. Si como consecuencia del no cumplimiento del derecho a la Educación, a la Salud, al Trabajo, etc, una persona crece siendo desconsiderada y hasta violenta, en alguna medida si hay responsabilidad del Estado en su conjunto, pero difícilmente podría llevarse un caso así ante las propias instituciones de impartición de justicia.