5 respuestas para mejorar el manejo de las emociones en el aula

Publicación original por: Infobae

¿Cómo se pueden hacer explícitas las emociones que circulan en un aula? ¿Cuánto influyen en sus estudiantes las decisiones que el maestro toma por fuera del programa curricular, pero que suceden en el espacio que comparten? El reconocido psicólogo uruguayo Santiago Cabano abordó estos interrogantes en las Jornadas Internacionales de Educación y Futuro que la plataforma educativa Ticmas organizó en Montevideo.

Imagen por: Algopoco

Licenciado en Psicología, Cabano trabaja con adolescentes en liceos y brindo distintos talleres y charlas para padres y docentes. Además, es director de Faro Crianza Segura, un proyecto que tiene como fin promover los buenos tratos en la infancia. Entrevistado por Patricio Zunini, Cabano habló de la importancia de abordar las emociones: eso cómo hablar de eso que está en el aula y que no es contenido.

¿Cómo hace un docente para saber qué es un buen trato?

—Cuando tenemos un buen trato estamos cumpliendo con los derechos del otro. Hay derechos fundamentales de los niños y los adolescentes que están escritos, pero nos olvidamos que hay que llevarlos a cabo. “Le pego porque así me enseñaron”: no se puede, está penalizado. “Lo mando al cuarto a pensar”: lo estoy humillando, lo estoy alejando. Imaginate si se lo hago a mi esposa y la encierro en el dormitorio. El paradigma de los buenos tratos tiene que ver con la crianza y la educación consciente. Consciente: mis actos tienen una repercusión en la vida del otro, en la salud del otro. Cuando hago consciente mis prácticas sé con qué intención voy a hacer las cosas y el impacto que tiene en el otro.

Recuerdo que mandar a un nene a la esquina a pensar era una práctica frecuente, hasta que se comprendió que hacía que pensar fuera un castigo.

—Claro, además ningún chico iba a lograr la reflexión que uno quisiera. Va a estar estresado, va a sentir miedo y va a tratar desesperadamente de gestionar lo que está sintiendo. Y también va a ir aprendiendo que en su peor momento lo van a aislar, lo van a desvincular. Entonces, cuando vaya creciendo y le pase algo no lo va a contar. “¿Por qué no me contás nada de lo que te pasa?”. “Porque durante años me mostrarte que en mi peor momento me alejás, y que sólo me acerco cuando soy lo que vos querés que sea: me acerco cumpliendo expectativas”. La manera que se gana en seudo seguridad es contemplando las necesidades del otro: “Si voy como esperan por lo menos me van a querer”. Hay muchas prácticas como esa que se han naturalizado, y hoy el paradigma de los buenos tratos, que está basado en teorías con evidencia científica, dice que habría que reverlos.

Hace unas semanas, en otro evento organizado por Ticmas, Fernando Valenzuela Migoya decía que algo bueno de la pandemia fue que nos permitió reconocer la importancia de las emociones. Ahora que volvemos al aula, ¿cómo hacemos para no olvidarnos de eso?

—Cuando les pregunto a los docentes cómo sería el alumno ideal que les gustaría en el aula, ellos me dicen: que preste atención, que espere sus turnos, que se vincule con los otros —tanto con sus pares como con funcionarios—, que se pueda integrar a las jornadas que plantea la institución educativa, que se quede quieto y pueda manejar su cuerpo. Todo eso está sustentado en emociones y, más abajo, en la sensación de seguridad. Es una sensación que se construye en los primeros años de vida y se va reforzando a medida que crecemos. De hecho, ningún docente me dijo “Que aprenda mucho de matemática”. No: esperan que funcionen esas competencias porque ahí puede meter el contenido. Por lo tanto, yo creo que siempre estuvimos hablando de emociones. Cuando hablo de una conducta, estoy hablando de una emoción que hay detrás. “Quiero que se quede quieto”: quiero que tenga tranquilidad.

La clave, entonces, es abordar las emociones.

—Cómo regular las emociones para modular los comportamientos que vemos. Para hacer eso necesitamos saber en qué momento de desarrollo está el niño, si el ambiente lo habilita, y la historia relacional de ese chiquilín. Cómo fue su crianza, que va dejando memorias que se activan en determinadas situaciones. La pandemia fue como recordarnos, pero hay muchas otras “pandemias” que vivimos todos los días: desde situaciones de maltrato hasta espacios de mucha soledad. Hoy uno de los grandes problemas no es la tecnología sino el uso que le damos. Si yo digo: “Enciende la pantalla y los niños se quedarán quietos” algo pasa. Todo lo que requiera una vinculación con otro, implica tiempo y energía. A veces, el mero hecho de hacerlo explícito le da al docente una oportunidad. Pero el docente también tiene su historia y vivió la pandemia. Esa vinculación se puede ver afectada de una forma que no queremos.

¿Cuánto tiempo se le debe dedicar a las emociones en el aula?

—Una vez que entrás ya le estás dedicando tiempo. De alguna manera, mi presencia te está afectando y vos a mí. Hay que darse un tiempo de hacerlo explícito, para ponerle palabras. Si saco a un chiquilín no lo hago con un fin de castigo: se va conmigo y hay una red que pueda sostenerlo. Dicen que para criar un niño se necesita una aldea. Si los docentes están solos es poco probable que puedan gestionar un grupo. Entonces, más que el tiempo, lo que hay que ver es el poder de la resiliencia. Cómo estoy yo y cómo me está viendo el otro desde el momento en que entro al aula.

Fuente:

Infobae (2022). 5 respuestas para mejorar el manejo de las emociones en el aula. Infobae. Recuperado de: https://www.infobae.com/educacion/2022/04/04/5-respuestas-para-mejorar-el-manejo-de-las-emociones-en-el-aula/