La escuela y los Supersónicos: cómo imaginamos la educación de nuestros nietos

Publicación original por: Infobae

¿Cómo y de qué manera se puede dar la transformación que la educación necesita en la nueva normalidad que dejó la pandemia? Darío Álvarez Klar y Mariana Martínez Carlevaro hablaron de esto en un panel de las “Jornadas Internacionales de Educación y Futuro” que la plataforma educativa Ticmas organizó en la ciudad de Montevideo.

Imagen por: Pxhere

¿Se acuerdan cómo era el futuro para los Supersónicos? Familia tipo de los Estados Unidos en los años 50, los Súper eran un matrimonio con dos hijos, un perro y todos los problemas cotidianos de siempre, que resolvían con robots, supercomputadoras, pantallas gigantes, videoconferencias. Un poco como pasa hoy, salvo por los autos voladores. Los Supersónicos jugaban a imaginar nuestro presente y, de alguna manera, lo hicieron. ¿Podemos nosotros imaginar el futuro de nuestros nietos? ¿Podemos imaginar cómo será la escuela?

Hablar del futuro, como saben los autores de ciencia ficción, es siempre hablar del presente. Por eso, en las Jornadas Internacionales de Educación y Futuro que la plataforma educativa Ticmas organizó en Montevideo se habló del porvenir pero sobre todo de la actualidad de la educación: cómo se piensa la transformación educativa, qué factores se deben poner a funcionar, cómo se logra el cambio sin perder calidad ni inclusión. Algunas propuestas e ideas en torno a estos interrogantes se hablaron en el encuentro “La escuela y los Supersónicos: cómo imaginamos la educación de nuestros nietos”, en el que participaron Mariana Martínez Carlevaro y Darío Alvarez Klar, con la moderación de Patricio Zunini.

Mariana Martínez Carlevaro es coordinadora de innovación pedagógica del Colegio Seminario y San Ignacio. Con casi una década de experiencia, es especialista en innovación educativa, con propuestas concretas para aprendices, formación de formadores y cambios de modelos de aprendizaje en instituciones educativas. Darío Álvarez Klar es el fundador del Colegio Northfield Sede Nordelta y Sede Puertos, Colegio del Faro Sede Escobar y Sede Benavídez, Genes Consultora Educativa. También es el presidente ejecutivo de HUB Educación & Innovación. Tras un recorrido de estudio y desarrollo profesional vinculado a la educación y a la gestión educativa, hoy es un empresario del sector profundamente convencido de que la educación es la mejor herramienta de transformación social y cultural.

El lugar común dice que, en diez o quince años, la gente va a trabajar en empleos que aún no han sido creados. Ante esta idea, dos preguntas: ¿cuál debería ser el planteo de la escuela para preparar a los estudiantes ante un futuro incierto? Y luego, ¿debe la escuela estar en función de conseguir empleo?

Darío Álvarez Klar: Tomo la frase de los supersónicos, que me encantó. En parte ahí está la respuesta a tu pregunta: tenemos que construir el futuro desde la educación. Pero, a diferencia de Pedro Varela y Domingo Faustino Sarmiento, que en las bases de la educación sentaron la nueva ciudadanía, ahora la ciudadanía incluye además a otros actores y la educación tiene que dar cuenta de eso. ¿Qué va a pasar dentro de diez o quince años? La educación debería estar surfeando esa incertidumbre. Tiene que subirse a la ola para crear futuro, pero también para ver qué sucede alrededor. Esa es la primera cuestión para pensar la idea transformadora e innovadora de la educación. No solamente siembra el cambio sino también es la que cambia, la que administra. Esto es un cambio de paradigma.

Mariana Martínez Carlevaro: Cuando trabajamos con equipos directivos, aparece la pregunta de cómo nos imaginamos el futuro y qué habilidades queremos que los alumnos tengan en la salida de cada trayecto. Con los problemas cada vez más complejos que tenemos como sociedad, el compromiso está en definir qué queremos y cómo lo aseguramos. Yo creo que hay que pensarlo para atrás: hagámonos cargo de a dónde queremos llegar. Si uno ve cómo se plantean cambios curriculares en otros países, salen elementos como la introspección y el autoconocimiento, el trabajo con otros, la ciudadanía. Hacia ahí, creo, podemos imaginar el futuro.

Darío Álvarez Klar: Hay que pensar que los adultos seguimos aprendiendo. Muchas veces el sistema pensaba qué hacer con niños, con niñas, con jóvenes, porque uno ya estaba formado. Estamos hablando de curiosidad, de las ganas de seguir aprendiendo, de cuestionarse las prácticas: es algo que el sistema también tiene que determinar. Yo tengo el orgullo de haber fundado una red educativa que abrió las puertas de una nueva entidad en Montevideo. Una de las cosas que decíamos es que no hay que pensar en colegios argentinos o colegios uruguayos. Cada uno debe tener su raigambre, su identidad nacional, pero uno de los lemas que pusimos es “Crear una ciudadanía global”. La ciudadanía global es mirar hacia el futuro.

¿La transformación educativa tiene que estar atenta a los valores?

Darío Álvarez Klar: La respuesta corta es sí. Un poquito más larga: sin duda, porque junto con la familia como primer núcleo social y formador y transmisor de valores, el sistema educativo es el que forma en valores. Tanto así que debe poder amalgamar otras prácticas. En estas jornadas se habla tecnología: la tecnología es un nuevo actor que entró en la educación. Le abrió las puertas y es irrenunciable. Pero de dónde se toma, qué valores, qué ciudadanía digital vamos a crear en pos de cuidarnos y respetarnos. Sin duda, en un marco de valores sociales —sean o no religiosos—, el respeto, la empatía, el sentido de justicia, la inclusión, la aceptación de la diversidad: la escuela no solo los debe pregonar, sino que los tiene que poner en práctica.

Mariana Martínez Carlevaro: En general, todas las instituciones educativas decimos que educamos en valores. Es nuestra idea e intención genuina. Lo que a veces nos pasa es que nos distanciamos y, entonces, por un lado, hacemos alguna actividad que enseña valores y por otro lado tenemos la clase de Matemáticas. El gran desafío es cómo hacemos para que sea una propuesta integral y que cada cosa que hacemos sea educar en valores. Que la clase de Matemáticas y la clase de proyectos interdisciplinarios del área social o artística, también eduque en valores.

Después de dos años de pandemia —y después de haberle exigido tanto a los estudiantes, a los docentes y también a las familias—, ¿estamos preparados para la transformación educativa? ¿Cómo se los acompaña en el proceso de transformación?

Mariana Martínez Carlevaro: Hay muchas maneras. Cada comunidad educativa debe buscar la manera de contextualizarlo. Es claro que todos tenemos la necesidad de cambio. No sé si todos queremos ir hacia el mismo lugar, pero sí que tenemos elementos que todos hemos constatado. ¿Cómo acompañar? Creo que no existe una receta. La receta es que cada uno tiene que elaborar su receta. Pero en comunidad. Juntos. Quizás haya algunas grandes delineaciones del perfil del egresado —lo que decía antes: “los rasgos que queremos educar y potenciar en esta institución son estos”—, pero de acá en adelante, dialoguemos. Cómo lo ven los padres, las familias, los profesores, las maestras. Qué valoran, qué no valoran. Cuando los procesos son participativos tienen mucha más chance de tener éxito. No hay una receta, pero la receta es que tengamos en cuenta a todos los actores.

Darío Álvarez Klar: Los sistemas educativos, sobre todo en la región, hace muchos años están resquebrajándose. El modelo de Ceibal fue absolutamente precursor, disruptivo, inspirador. Y sostenido. En otros países esos proyectos no se sostienen. Hay necesidades de nuevas respuestas y nuevos modelos, y, de alguna manera, la pandemia dejó en evidencia que es irrenunciable. Este cambio conlleva la necesidad de escuchar a todos. A las instituciones, a quienes estamos en los equipos, nos corresponde mostrar ese horizonte del que Mariana hablaba. Porque una mamá o un papá primerizo quizás dice: “¿Por qué este nuevo modelo? Si a mí no me fue tan mal en mi vida”. Entonces, hay que mostrarles que el cambio es otro camino y que hay nuevas lógicas y nuevas prácticas. Es nuestra tarea. Genera confianza. También creo fuertemente en la asociación y la construcción de redes de las instituciones y de los profesionales. Porque cuando alguien hace algo no se salva solo. Si lo comparte con alguien, eso le sirve a su comunidad.

Ahora que se vuelve a una presencialidad estabilizada, ¿qué prácticas educativas hay que sostener, cuáles hay que abandonar, cuáles profundizar?

Mariana Martínez Carlevaro: La pandemia nos ayudó bastante a priorizar y decir qué es lo imprescindible. Si hay algo que aprendimos es a decir qué es lo irrenunciable. De mi asignatura qué tiene que salir un alumno sabiendo hacer, pensar, crear. Es fundamental saber qué es lo esencial, qué quiero ayudar a que mis alumnos desarrollen. El otro regalo que nos dejó la pandemia es la evaluación auténtica. No voy a hacer más preguntas que se pueden responder con una simple búsqueda en internet, eso no nos sirve más. Tuvimos que pensar a la fuerza en otras maneras de evaluar. Y, si cambia la manera de evaluar, evidentemente cambia mi manera de enseñar. Eso también es una práctica que va a abonar el terreno para transformaciones más profundas.

Darío Álvarez Klar: Retomo desde lo que decís, Mariana. Sí: la evaluación es un gran factor transformacional de la educación. Siempre fue punitiva, siempre generó miedo. Había que cerrar una nota, había que tomar un promedio, había que apurarse. Y parece que hubiera un momento del año en el que un chico aprende más que en otro: en diciembre, que hay que cerrar, entonces se aprende más que en junio. Sin embargo, es un sistema en el que hay que acreditar, hay que poner un registro. Creo fuertemente en el protagonismo de los alumnos y alumnas en la evaluación. Ellos tienen que saber qué, por qué y para qué se los va a evaluar. Tienen que ser conscientes de esto; no puede ser algo que venga del afuera. No “me ponen” una nota. Creo también en valorizar lo importante: cuánto nos quedó de los grandes currículums. Y agregaría un tercer tema, que es la celebración de la diversidad. En una escuela que nació para homogeneizar, hoy tenemos que ir por la heterogeneidad del aula. La tenemos que celebrar: cómo acompañar trayectos personales de aprendizaje, modos de enseñar y aprender distintos, y no pensar que el que no responde de la manera que yo creo en el momento que yo creo tiene un problema.

Mariana Martínez Carlevaro: Parte de la pregunta era cuáles prácticas deberíamos comenzar a usar. Una idea es poner en el centro al alumno y organizar toda la propuesta educativa en función de lo que pensamos que es mejor para el alumnado y no en función de nuestras preferencias. Hablo de horarios, de organización, de asignaturas, de áreas. Tenemos que creérnoslo, y llegar a diseñar y cambiar la manera en que presentamos la propuesta de cara a nuestros alumnos.

Hace unas semanas hablamos con Pepe Menéndez, el educador español, y él hizo hincapié en la paradoja de haber conocido más a los estudiantes cuando estaban en casa que cuando estaban en el aula. ¿Qué va a pasar con la presencialidad? ¿Cómo evitar las viejas prácticas?

Darío Álvarez Klar: No transparentemos a los chicos. Escuchemos. Que no se burocratice la tarea educativa. Muchas veces por los tiempos, los calendarios, las obligaciones, las acreditaciones nos apuramos a cerrar etapas y a cumplir lo que nos toca y no escuchamos qué necesitan o qué les pasa a nuestros chicos y chicas.

Mariana Martínez Carlevaro: Coincido. Quizás es eso. Buscar momentos y reservar, aunque sea veinte minutos, para tener conversaciones, pero que sea de una manera comprometida. Asegurarnos de que a todos nuestros alumnos les estamos preguntando cómo están, cómo se sienten, cómo están en su casa, cómo están sus familias. Traer a la presencialidad lo que hacíamos en la pandemia y comprometernos a hacerlo en serio.

Fuente:

Infobae(2022). La escuela y los Supersónicos: cómo imaginamos la educación de nuestros nietos. Infobae. Recuperado de: https://www.infobae.com/educacion/2022/03/24/la-escuela-y-los-supersonicos-como-imaginamos-la-educacion-de-nuestros-nietos/